Vivir y trabajar en «La Quema»
En el partido bonaerense de Luján, a 5 km del centro, se encuentra «La Quema», el basural más grande y antiguo de Argentina. Allí, se depositan diariamente 104 toneladas de residuos provenientes del municipio, desde hace casi 50 años y «sin ningún tipo de control», señaló Vega.
«El basural está colapsado en sus 13 hectáreas. La altura que tenemos de basura oscila entre 20 o 30 metros, según el lugar en que nos paremos, y hay montañas de residuos sin ningún tipo de tratamiento», añadió.
En La Quema trabajan más de 200 recuperadores, quienes –en su mayoría– viven en los barrios populares de San Pedro, Santa Marta, San Jorge, San Fermín y Villa María, ubicados en las inmediaciones del predio.
«Acá si no venís un día no comés, esto es el día a día. No trabajamos en buenas condiciones, aunque con la organización en la cooperativa estamos tratando de mejorarlas», dijo Joana Enrique (24), recuperadora desde los 14 años y vecina del barrio Santa Marta.
La joven remarcó que «a causa del humo de la quema», su madre tuvo tuberculosis y su hermano sufre de asma. Pero «tenían que venir a trabajar igual», sostuvo Joana, quien también es referente de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (Faccyr). «Algo cambió de una generación a otra porque a mi hijo no lo traigo a trabajar acá», cerró.
Salir de la informalidad
«Los trabajadores son unos de los pocos que hicieron algo por el ambiente, sin darse cuenta», destacó el director de Residuos Sólidos Urbanos, Pedro Vargas. Y añadió: «Son fundamentales, porque acá si no están los cartoneros no podríamos hacer nada, y habría más toneladas de basura todavía».
«Para mí y la mayoría de los compañeros, la reconversión de La Quema está buenísima, porque siempre luchamos para ser reconocidos y laburar en condiciones. Esta generación ya se merece eso», dijo Pablo López (26), que comenzó como recuperador a los 14 años para ayudar a su familia.
El joven vive en el barrio San Jorge, tiene dos hijos y trabaja 10 horas en el predio. «Siempre está el miedo de abrir una bolsa y encontrarte con una jeringa, pincharse sin querer», explicó.
«El basural existe desde el año ’70 o ’71. Acá tuvimos una epidemia de forúnculos que te salían por todos lados», recordó Sergio Almada (60), que trabaja en La Quema y vive en el barrio de San Pedro junto a su esposa y tres nietas de 14, 8 y 6 años, dos de ellas –subrayó– sufren de enfermedades respiratorias crónicas.
La lucha por el cierre y la mejora del lugar comenzó en 2008. Al principio, los recuperadores «se sentían amenazados en sus fuentes de trabajo», señaló Almada. «Aunque todavía hay algunos que quieren seguir trabajando de esa manera, empezamos a buscar en conjunto una solución que nos sirva a todos», finalizó Almada.
Las ventajas del relleno sanitario
El proyecto de reconversión del basural a cielo abierto del partido bonaerense de Luján en ecoparque y centro ambiental incluye la creación de rellenos sanitarios «con 20 años de vida útil», según el comunicado del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el municipio de Luján y la empresa que ganó la adjudicación de la obra, Evasa.
Los rellenos sanitarios son «espacios donde se disponen residuos sólidos urbanos (RSU), compactados en capas sobre un suelo previamente impermeabilizado, después de haber recibido determinados tratamientos, y recubiertos por capas de suelo, para evitar la contaminación de acuíferos, suelo y aire», indica el documento.
Los basurales a cielo abierto, por su parte, son «sitios donde se depositan residuos de manera indiscriminada de todo tipo, incluso patogénicos y peligrosos, con escasas medidas de protección ambiental y sin control de operación o con controles mínimos», señala el comunicado.
Según informaron, los rellenos sanitarios «no presentan riesgos de contaminación ambiental por una disposición final de los residuos más controlada», a diferencia de los basurales a cielo abierto, donde se produce un «foco de contaminación de agua superficial y subterránea, de suelo y aire, con emisiones gaseosas, olores desagradables, lixiviados, escurrimientos, infiltraciones».
Por último, los rellenos sanitarios permiten «utilizar el metano generado de la descomposición de residuos para la producción de energía» y «evitar emisiones de gases de efecto invernadero». Los basurales, en cambio, producen «grandes emisiones gaseosas que contribuyen con el cambio climático, y son hábitat de plagas y vectores transmisores de enfermedades».