viernes, 22 de septiembre de 2023
Editoriales

Recalculando el CONICET

Por Jorge Aliaga. Ex Decano Factultad de Ciencias Exactas y Naturales UBA. Miembro del Grupo CYTA, Ciencia y Tecnología Argentina.

 

avatarEl gobierno acaba de redefinir la política del Consejo Nacional de Investigaciones Científicos y Técnicas (CONICET). O al menos eso anunció en la conferencia de prensa del pasado jueves 16 de febrero. Allí estuvieron presentes las máximas autoridades del sector: el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MinCyT) José Lino Barañao, quien ejerce el cargo desde el 10/12/2007 y antes ocupó el cargo de Presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) durante el gobierno de Néstor Kirchner; el Presidente del CONICET Alejandro Ceccatto, que fue Secretario de Articulación Científico Tecnológica del MinCyT durante la gestión de Cristina Fernández; el Subsecretario de Políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva Ing. Jorge Mariano Aguado, quien antes ocupó el cargo de director de Tecnología Educativa del Gobierno de la Ciudad y cuyo padre fue gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 1982 y 1983 y miembro del directorio de SIDECO Americana; y el Subsecretario de Coordinación Administrativa del MinCyT Rodolfo Blasco, quien ocupa ese cargo desde el 10/12/2007 y al mismo tiempo es director de la Unidad de Control de Gestión y Asuntos Legales de la ANPCyT desde el año 1999.

 

Un poco de historia

 

Los anuncios realizados inmediatamente generaron revuelo en el sistema científico, pero antes de avanzar con ese análisis vale la pena detenerse en el hecho político mismo de la convocatoria a esa conferencia de prensa. Cabe recordar que fue el mismo Barañao en noviembre de 2015 quien fundamentó su continuidad en el cargo en la nueva administración del Presidente Macri, y la de parte de su equipo, en la necesidad de preservar los logros y dar continuidad a los proyectos en el ámbito de ciencia y técnica.

La presentación del proyecto de presupuesto para el año 2017, en septiembre de 2016, fue la primera evidencia de que se estaban produciendo cambios. Sin embargo en ese momento la reacción del Ministro Barañao y del Presidente Ceccatto fue la de negar cualquier recorte. Ya para ese momento los ingresos a la carrera de investigador que se habían aprobado en noviembre de 2015 venían demorados por falta de fondos. Los meses en que se trató el presupuesto en el Congreso fueron de intenso debate, período en que se demostró que efectivamente había menos partidas para las distintas instituciones del sistema de ciencia y tecnología, y no solamente para el MinCyT y la ANPCyT como puntualizó Barañao.

El CONICET ocupó el interés de los medios a principios de diciembre cuando se conoció el número de investigadores que se incorporarían al CONICET durante el año 2017, en base al concurso convocado a fines del año 2015. El número de 385 ingresos para postulantes locales, más 70 ingresos de postulantes que estaban en el exterior del país, significaba una disminución del 50% en relación con los ingresos efectivizados en 2014 y 2015. Para peor, la primera reacción de las autoridades fue justificar la disminución con el argumento de que en el año 2015 había habido un número excepcional de ingresos por ser un “año electoral”. Esto generó el enojo inmediato de las decenas de investigadores que participaron en los largos, rigurosos y engorrosos procesos de evaluación. Pero además esa afirmación se demostró falsa, al conocerse que existía una planificación plasmada en el programa Argentina Innovadora 2020 (AI2020), que fue presentado en marzo del año 2013. Los ingresos del año 2015 habían sido coherentes con ese plan. La sorpresa derivó en indignación y se produjeron distintos reclamos, siendo la toma del Ministerio por cinco días la de mayor visibilidad.

Las autoridades del Ministerio y del CONICET debieron aceptar una responsabilidad política por el cambio intempestivo de las expectativas generadas en función del AI2020, y a cambio del cese de la toma firmaron un acta. Mediante esta se comprometían a ocuparse de que los aproximadamente 500 investigadores que habían sido recomendados por las instancias académicas para ingresar al CONICET, y que lo hubieran hecho de mantenerse el plan AI2020, lo hicieran en alguna institución estatal.

Para esa época se entregó en casa de gobierno el Premio Investigador de la Nación 2015. En esa oportunidad los premiados presentaron una carta en la que solicitaban que se mantuviera el Plan AI2020 y que el presidente Macri cumpliera con su promesa de campaña e indicara cómo iba a hacer para aumentar la inversión en Ciencia y Técnica del 0,65% al al 1,5% del PBI. Por problemas de agenda de último momento el Presidente no pudo participar del acto, hecho que no había ocurrido en los últimos años. La nota elaborada por los premiados recibió la adhesión inmediata de decenas de científicos que habían recibido diversos premios en los años anteriores, generando en el sistema un hecho de gran impacto.

 

 

La nueva política para el CONICET

 

Las autoridades del MinCyT y el CONICET decidieron cambiar la estrategia, luego de la “prueba y error” de 2016, lo que parece ser una marca del nuevo gobierno, y convocaron a la antes mencionada conferencia de prensa para anunciar la cantidad de vacantes que iba a haber en la nueva convocatoria a ingresos a la carrera del investigador del CONICET.  El número oficializado es de 450 nuevas vacantes, a las que aseguraron que se sumarán las vacantes que se produzcan durante el año por jubilaciones, fallecimientos, renuncias y bajas. Este número, a priori incierto, fue estimado en 200 vacantes adicionales, con lo que se llegaría a un número de entre 600 y 650 ingresos. Nada se dijo de nuevas designaciones en la Carrera del Personal de Apoyo.

Si recordamos que en el año 2015 hubo 950 ingresos a la carrera del investigador y el AI2020 planificaba un crecimiento de la planta de investigadores del CONICET del 10% anual hasta el año 2020, esta cantidad de ingresos para el año 2017 ya muestra una diferencia del orden del 50%. Esto quiere decir que ingresarán la mitad de los que el mencionado plan había estimado. Por lo tanto el segundo anuncio fue blanquear que el AI2020 ya no existe. De hecho en las últimas semanas el Ministro Barañao había justificado el apartamiento del plan en que la meta del 10% de crecimiento de la planta de investigadores del CONICET solamente figuraba en el resumen, por lo que era un error. Pero esto no explicaba el abandono de la meta de 4,6 investigadores por cada 1000 miembros de la población económicamente activa, detallado en un cuadro en la versión extensa del AI2020. Llegar a esa meta implicaba la incorporación de aproximadamente 25.000 investigadores en organismos públicos y empresas públicas y privadas. Es obvio que si se generó un conflicto con 500 ingresos el número 25.000 estaba muy lejos de la realidad actual. Por lo tanto se ajustó el discurso y se indicó que el país no había crecido como estaba previsto y que habían sido demasiado optimistas.

El tercer anuncio fue que iba a convocar a participar en la elaboración de un nuevo plan, el Argentina Innovadora 2030 (AI2030). También se destacó que, a diferencia del AI2020, el AI2030 sería remitido para su aprobación por el congreso de manera de garantizar que no fuera abandonado como el anterior. Este anuncio genera desorientación al ser efectuado por los mismos que lo elaboraron y abandonaron, pero se entiende en el marco de las nuevas prácticas de “prueba y error”.

Sin embargo se aclaró que para la convocatoria que se estaba lanzando se utilizarán los temas estratégicos seleccionados en el AI2020, que ya no existe, pero que se subirá el cupo mínimo de ingresos para estos temas y los tecnológicos a un 50%. Para referencia y comparación, de los 385 ingresos a la carrera de investigador de postulantes presentado en el país de la convocatoria del año 2015, 23 lo fueron en el área de tecnología y 40 en temas estratégicos. Es decir que se propone aumentar el porcentaje de ingresos en temas estratégicos y tecnológicos de un 16% a un 50% del total. En la misma convocatoria el porcentaje de ingresantes en cada área, tanto en temas básicos como estratégicos, en relación con los recomendados por las instancias académicas fue del 40% en Ciencias Agrarias, de la Ingeniería y de Materiales (KA),  45% en Ciencias Biológicas y de la Salud (KB),  72% en Ciencias Exactas y Naturales (KE), 31% en Ciencias Sociales y Humanidades (KS) y 58% en Tecnología (KT). Es decir que el área de Tecnología ya había sido priorizada. No es que quedaron afuera candidatos porque había muchos postulantes de sociales y humanidades. En todo caso, faltaron candidatos con mayores méritos académicos.

Desde diversos colectivos de investigadores se cuestionó que esto perjudicaba a las ciencias básicas en general y a las ciencias humanas y sociales en particular. El tiempo dirá si esto es así o si los investigadores adecuarán levemente sus presentaciones de manera de que sean incluidas en la ventanilla de “temas estratégicos”. Resulta difícil creer que de repente, y no como algo planificado desde un comienzo, aumenten de manera genuina las presentaciones en tecnología y temas estratégicos como para cubrir el nuevo cupo.

Por otra parte, el listado de temas estratégicos incluye un amplio listado de títulos: Producción de alimentos; Agricultura familiar; Agricultura de precisión; Producción y procesamiento de recursos forestales; Recursos oceánicos; Producción Frutihortícola; Biorrefinerías; Uso Racional de Energía; Generación y acumulación de energía y sistemas de distribución; Energías Renovables; Tecnologías para el petróleo y gas; Autopartes y motopartes; Impresión 3D y microelectrónica; Equipamiento médico; Actividades espaciales; Logística y transporte; Enfermedades Infecciosas; Fitomedicina; Biosimilares y producción pública de medicamentos; Enfermedades crónicas, con componentes multigénicos y asociadas a adultos; Bioingeniería aplicada a la medicina regenerativa; Sistemas de información asociados al cambio climático y los servicios meteorológicos; Manejo de Recursos Hídricos; Remediación ambiental; Reciclado de distintas corrientes de residuos; Grandes Datos (Big Data); Hábitat; Política y gestión de la ciencia, tecnología e innovación; Desarrollo social y productivo; Educación; Seguridad ciudadana. Y cada uno de ellos a su vez tiene varios subtemas, por lo que el real efecto limitante está por verse.

Según informó una de las periodistas presentes, el Ministro dijo que “Cuando se creó el Ministerio la consigna fue ciencia que sirva, que promueva el desarrollo económico y social, no ciencia por la ciencia misma”. Por lo pronto, mucho más cuestionable que el aumento del porcentaje para temas estratégicos es el efecto concreto que ya han tenido estos dichos.  Al día siguiente el título de la nota que informaba sobre estos anuncios publicada por el diario Clarín titulaba: “El Conicet decidió darles prioridad a los investigadores «más útiles» para el país”. Tanto las autoridades del Ministerio como los periodistas científicos saben perfectamente que hoy la ciencia no se clasifica en “útil” o “inútil” sino si es o no es ciencia de calidad. La historia de la ciencia está plagada de hallazgos que no tenían “utilidad” cuando fueron descubiertos y luego fueron eje de desarrollos tecnológicos que generaron riqueza y bienestar a las sociedades que los transformaron en productos. Pareciera que en realidad este cambio de porcentajes está enfocado a convencer a CEO´s con mentalidad eficientista y poco conocimiento sobre ciencia de que no se está “tirando la plata”.

 

 

Otros anuncios

 

En la misma conferencia de prensa se indicó que la limitación en la cantidad de ingresos a la carrera del CONICET iba a tener el beneficio adicional de que esa institución se iba a quedar con la “crema” de los futuros investigadores. El resto se debía sumar a otros organismos que cultivan temáticas específicas y no básicas, lo cual es por definición un tema estratégico, dado que de otro modo ese organismo no tendría razón de existir. Esto genera una rara paradoja, dado que la idea sería que en esos organismos con temáticas 100% estratégicas se incorporen los recursos humanos que el CONICET considera que tienen un nivel inferior.

Otro error conceptual se deslizó cuando se dijo que el CONICET seguiría formando la misma cantidad de recursos humanos, aunque ahora la mayoría iría a otras instituciones. En realidad se estaban refiriendo a la cantidad de becas de doctorado que otorga el CONICET, dado que la cantidad de recursos humanos que forma es CERO. Todos sabemos que para un graduado universitario que quiere realizar un doctorado y formarse como investigador contar con una beca es una ayuda inestimable. Pero los doctorados se cursan en Universidades, NO en el CONICET. Por otra parte el CONICET en la convocatoria abierta a fines del año 2016 ofreció 1041 becas. Esto es menos que las 1272 becas otorgadas en el año 2014 y las 1240 becas otorgadas en el año 2015. Lo que es cierto es que habrá más cantidad total de becarios, porque 1041 nuevos son más que los 780 que finalizan su beca luego de cinco años.

Esto lleva a otra problemática que tiene desenlace incierto: no solamente no se sabe en qué organismo se van a incorporar los 500 postulantes declarados académicamente como recomendados en la convocatoria del año 2015, sino que ahora vienen cinco o seis camadas de becarios que están realizando su doctorado o posdoctorado. Esto totaliza más de 9.000 becarios, dado que las cohortes vinieron aumentando en tamaño hasta el año pasado en función de cumplir con los objeticos del Plan AI2020 que ahora se abandona.

Otro dato destacado es que el Ministro Barañao adelantó que estaba en análisis cambios en la “gobernanza” del  CONICET, dado que este debía ser el órgano ejecutor de las políticas del MinCyT. En la actualidad las funciones del CONICET están fijadas por el Decreto 1661 del año 1996. Si bien allí se establece que el CONICET tendrá “por misión el fomento y ejecución de actividades científicas y tecnológicas en todo el territorio nacional y en las distintas áreas del conocimiento”, fija que “funcionará como ente autárquico del Estado nacional”. Es decir que, a diferencia de la ANPCyT, el CONICET tiene un Directorio conformado por ocho miembros, de los cuales cuatro representan a los investigadores de las grandes áreas electos por voto, y otros cuatro que representan a las Universidades Nacionales, las provincias, el sector agropecuario y el industrial, al que se le suma un presidente propuesto por el Ministro.

Estos dichos parecieran indicar que las actuales autoridades consideran que la autarquía del CONICET dificulta la implementación de las políticas. Es ese contexto resulta destacable que el Ministro, ante las consultas de los periodistas presentes, relativizara la demora en la designación de los dos miembros electos por los investigadores de las áreas de ciencias exactas y tecnología en mayo del año 2016, indicando que esto ya había ocurrido por ejemplo cuando había sido designado al director Vicente Macagno, quien tiene su mandato vencido desde octubre del año pasado. La realidad es que desde que fue electo Macagno sólo pasaron cinco meses hasta que su designación. La demora en las designaciones de Roberto Salvarezza y  Miguel Laborde ya suma 9 meses.

 

 

La realidad atrás del nuevo Plan

 

Tanto el Ministro Barañao como el Presidente Ceccatto han sido enfáticos tratando de sostener que no hay ajuste en ciencia. Ambos pretenden defender que sólo se podría llamar “ajuste” a una baja en la cantidad total de investigadores o de becarios. Esto es una afirmación que no está a la altura de la inteligencia de los mensajeros ni del  ciudadano en general. La realidad es que, como dijimos, el aumento en la cantidad de investigadores del CONICET pasó de crecer a una tasa del 10% anual a otra de menos del 5%, y ya se aclaró que según las estimaciones en un par de años las bajas compensarán a las altas y la planta llegará a lo que definieron como el tamaño “óptimo” y dejará de crecer. La cantidad de becarios podrá crecer un año más, pero con 1.000 nuevas becas anuales, como las asignadas a la convocatoria en curso, en dos años habrá menos becas y luego también se estabilizarán.

Si a esto no se le quiere llamar ajuste ahora que se cerró el ejercicio presupuestario del año 2016 podemos analizar lo efectivamente gastado en la función ciencia y técnica. En el año 2016 se gastó un 11% más en pesos que en el año 2015 para esta función que involucra todas las actividades que se desarrollan en los diversos organismos. El mismo indicador da un 12,9% en el caso del MinCyT y un 25% para el caso del CONICET mientras que para el presupuesto total de la Nación es de 27,8%. Debe tenerse en cuenta que la paritaria estatal fue del 31%, por lo que la baja en los rubros de insumos, equipamientos y obras ha sido enorme.

El Ministro Barañao relativiza la disminución del presupuesto del MinCyT y de la ANPCyT diciendo que siempre le ha ocurrido esto, y que durante el año siempre se ha solucionado porque ha recibido refuerzos presupuestarios por encima de lo que estaba originalmente presupuestado. Los datos muestran que eso ocurrió entre los años 2008 y 2015. Pero está probado que no ocurrió en el año 2016. De hecho el presupuesto devengado para la función ciencia y técnica en el año 2016 comparado con el presupuesto aprobado por el congreso fue del 97,21%. Es decir que se gastó en pesos menos que lo que estaba aprobado por presupuesto a fines del año 2015, en un contexto de inflación cercana al 40% y devaluación del 50%. Y si nos queremos limitar al MinCyT, el presupuesto aprobado a fines del 2015 fue de $ 3.043,55 millones y el ejecutado fue de $ 2.974,20 millones, un 97,72%. Es decir que el ajuste ya se hizo en el año 2016, y fue enorme. Y el presupuesto aprobado para el año 2017 mantiene ese recorte, habiendo bajado la participación de la función ciencia y técnica del 1.53% en el presupuesto aprobado para el año 2016 al 1,40% en el año 2017.

Queda entonces preguntarse qué ha generado el cambio en el plan de desarrollo del CONICET.  La respuesta a esta pregunta no tiene que ver con haber descubierto de repente que se crecía mucho, o que no se avanzaba lo suficiente en temas importantes para la sociedad. Lo que ha cambiado es el modelo de desarrollo económico, que no lo fija ni el MinCyT ni los planes AI2020 o AI2030.

Cuando el Secretario de Comercio Miguel Braun define ante el Athantic Council el 23 de febrero del año 2016 que Argentina debe dedicarse a lo que es “naturalmente” competitiva, y lista: agronegocios, minería, energías alternativas, productos audiovisuales y software, está definiendo de qué tamaño y de cuáles características es el sistema científico que se necesita. Cuando se decide dejar de impulsar el poder de compra del estado mediante sus empresas, para a través de ellas traccionar por demanda a que PYMES industriales contraten científicos y tecnólogos se está definiendo que con un CONICET más chico alcanza. Ya se lo explicó la economista Mariana Mazzucato en la visita que hizo al país invitada por los Ministros Cabrera y Barañao.

En 2016 el estado paralizó la construcción de vagones de carga, suspendió la construcción del Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA) por contrato del Ministerio de Defensa a INVAP, paralizó la construcción del ARSAT 3, no se tuvo novedades del avance de la construcción de radares de aviación y meteorológicos mientras que la ministra Patricia Bullrich visitaba Israel para comprar radares y drones. Al mismo tiempo desarmó los programas federales de los Ministerios de Educación y Salud y paralizó el apoyo a los Laboratorios de Producción Pública de Medicamentos.

Querer poner las culpas en el sistema científico, asignar a los investigadores la obligación de convertirse en empresarios, es solamente una estrategia distractiva más. Lo que está haciendo el MinCyT y el CONICET es simplemente acomodar sus planes al nuevo modelo económico del gobierno del que forman parte.

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