Nuevo descubrimiento sobre el origen de los serpientes
Una investigación revela la existencia de fósiles de serpientes procedentes del periodo Jurásico.
Hasta el momento, las más antiguas serpientes conocidas procedían del Cretácico, por lo que el nuevo hallazgo lleva el origen de las serpientes al menos 70 millones más atrás. La investigación realizada por el Dr. Michael Caldwell (University of Alberta, Canadá), Dr. Randall Nydam (Midwestern University, Arizona, EEUU), Dr. Alessandro Palci (South Australian Museum, Adelaide, Australia) y Dr. Sebastián Apesteguía (CONICET, Fundación Azara) fue publicada por la prestigiosa revista de ciencias Nature Communications.
Este descubrimiento tiene una gran particularidad: a diferencia de las investigaciones habituales, no se realizó en la agreste Patagonia ni la selva ni el hielo antártico, sino en los cajones de las colecciones de los museos. Allí, por lo general, se encuentran los materiales poco interesantes para el público en general, a la espera de que sean visitados por investigadores. Bajo la sospecha de que las serpientes eran más antiguas de lo esperado, un equipo de investigación liderado por el canadiense Michael Caldwell, se dedicó a revisar fósiles de edad jurásica considerados hasta ahora como lagartos poco comunes. A la búsqueda nacida de la sospecha del canadiense se sumó su alumno, el italiano Alessandro Palci y el estadounidense experto en lagartos fósiles Randall Nydam. En 2013, el argentino Sebastián Apesteguía se encontraba revisando colecciones en el Los Angeles County Museum cuando dio con una serie de vértebras muy bien preservadas de un pequeño reptil jurásico que parecían pertenecer a una serpiente. Pocos días después tenía lugar el encuentro anual de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados, en el cual acordar publicar juntos los importantes hallazgos: Las serpientes eran jurásicas. Una información que predecían los estudios moleculares.
Los materiales hallados permitieron reconocer que Parviraptor estesi no era un lagarto sino una serpiente primitiva y también dar nombre a tres nuevas serpientes: Diablophis gilmorei, de la Formación Morrison, en Colorado, EEUU (155 Ma), Eophis underwoodi, la más antigua y pequeña, de los cementos de Kirtlington, Reino Unido (167 Ma) y Portugalophis lignites, la más grande, de alrededor de un metro de longitud, procedente de las minas de carbón de Guimarota, Portugal (155 Ma).
La anatomía de estas serpientes tempranas nos muestra que ya en el Jurásico tenían un cráneo y dentición comparable a la de serpientes muy posteriores (p/ej., dientes bien recurvados, con dos filos, dientes en la parte del maxilar que está bajo el ojo) pero también semejante a los lagartos que las originaron (p/ej., estante portador de dientes bien marcado). Sin embargo, desconocemos bastante de sus cuerpos, que tal vez fueran algo más alargados y de patas pequeñas al ser comparados a otros lagartos
LA IMPORTANCIA DE LA SERPIENTE
Las serpientes no son otra cosa que un grupo de lagartos. La pregunta es cómo adquirieron su aspecto actual. Aunque estudios recientes habían sugerido que las primeras serpientes eran básicamente lagartos sin patas, con una cabeza como la de cualquier lagarto, el estudio actual sugiere lo opuesto: que las primeras poseían cabezas de serpiente en cuerpos poco especializados. De hecho, el alargamiento del cuerpo y la pérdida de patas son hechos frecuentes en casi todos los grupos de lagartos vivientes, los escíncidos, ánguidos, cordílidos, gerrosáuridos, gimnoftálmidos, gecónidos y pigopódidos. Todos ellos tienen algún integrante sin patas. Dado que Portugalophis procede de bosques pantanosos, Eophis y Parviraptor de lagunas costeras y Diablophis de ambientes de tierra adentro, sigue siendo difícil decir cuál fue el ambiente original en el que evolucionaron las serpientes, pero está claro que aún en el Jurásico Medio ya eran un grupo bien diversificado, donde cada grupo se había especializado en ambientes diferentes