miércoles, 29 de marzo de 2023
Editoriales

NAPOLEÓN, LOS BOTONES Y EL ORDEN DE LOS FACTORES

De chiquitos nos han inculcado casi a presión que en una multiplicación o una suma “el orden de los factores no altera el producto”. Pero estas cuestiones matemáticas se las dejo al maestro Paenza. En lo que a química se refiere, las cosas son un poco diferentes.

Por Valeria Edelsztein

Napoleón fue un hombre pequeño en estatura pero enorme en anécdotas, algunas reales y otras creadas solo para alimentar el mito. Hay quienes cuentan que siempre llevaba la mano sobre su pecho porque tenía una úlcera, otros aseguran que murió envenenado por arsénico e, incluso, que estableció por decreto que fuera ilegal llamar Napoleón a los cerdos en Francia, razón por la cual, en la primera edición francesa de Rebelión en la granja, el cerdo se llamó Julio César y no como Orwell realmente lo bautizó.

Mitos y verdades se cruzan en su historia. Pero quizás ninguno tan curiosamente químico como el que atribuye su resonante derrota en Rusia a unos simples botones.

 

El orden de los factores

 

Ciertos elementos químicos tienen una costumbre bastante interesante: se presentan en la naturaleza en diferentes formas, denominadas alótropos. El caso más conocido es el del carbono que existe como el blando y barato grafito, el duro y carísimo diamante, el galardonado Nobel grafeno y un par más de posibilidades. Lo que, en una primera impresión, podrían parecernos materiales de composición muy diferente dadas sus propiedades, en realidad son estructuras formadas únicamente por carbono. ¿Dónde está la diferencia? En el orden de los factores: es la disposición de los átomos la que vuelve a cada una de ellas única en sus características. Esto mismo ocurre con otros elementos como el fósforo, el oxígeno y nuestra estrella del día de la fecha, el estaño.

 

Gandalf, el estaño

 

El estaño, cual Gandalf de la tabla periódica, presenta dos alótropos: el estaño blanco (forma beta), típico de las soldaduras y el estaño gris (forma alfa). La forma beta es metálica, brillante, maleable y existe entre los 13 y 232°C. La forma α, que existe por debajo de los 13°C, es mucho más frágil y quebradiza, y suele encontrarse como un polvo. Durante la transición de la forma beta en alfa, el estaño empieza a ponerse gris y opaco. También aumenta su volumen y finalmente se desintegra en un polvo oscuro (no se pierdan este video: https://www.youtube.com/watch?v=sXB83Heh3_c). Es un proceso muy lento y progresivo pero se acelera a temperaturas bajo cero, especialmente si el enfriamiento es brusco y cerca de los -20°C o -30°C. Se conoce como peste del estaño porque si se tiene una pieza intacta en contacto con una que está sufriendo la transición, el fenómeno se contagia y el estaño “enfermo” corrompe al “sano”.

 

¿Napoleón no sabía química?

 

En 1812 el Emperador Napoleón Bonaparte se lanzó a la conquista de Rusia, pero la invasión fue un completo desastre. De los 600 mil soldados que partieron en busca de la victoria, solo sobrevivieron 10 mil. Una de las hipótesis para explicar semejante papelón es que, si bien los combatientes franceses estaban equipados con ropa abrigada para soportar las bajísimas temperaturas del invierno ruso, tanto las chaquetas como los pantalones tenían botones de estaño. Se imaginan por dónde viene la cuestión ¿verdad?
Luego de un tiempo expuesto al frío, el estaño comenzó su transición de la forma alotrópica beta al frágil alótropo alfa. Los botones comenzaron a hacerse polvo, las chaquetas ya no podían cerrarse y el frío caló tan hondo en miles de soldados que murieron por hipotermia.
Probablemente no se trate más que de una leyenda, ya que la peste del estaño era un fenómeno conocido y Napoleón podría haberla prevenido usando botones de madera o algún otro material. Seguramente la culpa de la derrota la tuvieran las malas estrategias militares y el frío que, de todas formas, menguaría los ejércitos. Pero no podemos negar que se trata de una hipótesis química muy bonita. Además, ahora que ya descubrimos los alótropos, ¿quién nos quita lo aprendido?

•Una de tantas historias cuenta que la peste del estaño fue culpable de la destrucción del órgano de la catedral de San Petersburgo luego de un frío invierno en el que el estaño beta de los tubos se transformó en estaño alfa. Cuando el organista tocó el primer acorde, el instrumento se desintegró ante la vista atónita de todos los presentes.•

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