El INSTITUTO BALSEIRO CUMPLE 60 AÑOS : “Conservamos el espíritu experimental que dio origen al Instituto”
Por Ignacio Jawtuschenko
El Instituto Balseiro, el prestigioso semillero de físicos e ingenieros nucleares con sede en Bariloche cumple en estos días sesenta años de existencia. El Balseiro se ha ganado un lugar entre los principales institutos del mundo dedicados a la formación de científicos y tecnólogos. Cada año 50 alumnos inician su formación universitaria ingresando a este Instituto, que se caracteriza por los altos niveles de exigencia. Hoy alberga a 130 estudiantes en carreras de grado, 70 en maestrías y unos 100 en doctorados, en cada una de sus carreras Física, que es la primera que funciona desde 1955, Ingeniería Nuclear desde el año 1979, desde el 2003 Ingeniería Mecánica y desde el 2012 Ingeniería en Telecomunicaciones. Todo Ciencia dialogó con su director, Oscar Fernández Ingeniero en Telecomunicaciones y docente universitario, que desde hace tres años está al frente del Instituto.
–Es un aniversario especial para el Instituto Balseiro.
–Así es, se cumplen sesenta años de que se firmó un convenio entre la CNEA y la Universidad Nacional de Cuyo, que dio nacimiento a este instituto. Por aquel entonces en un contexto caótico del país, impulsado por algunos sectores que querían derrocar a Perón, y en el medio de un clima de tensión, el gobierno y una universidad a instancias del doctor José Antonio Balseiro se embarcaban verdaderamente a contra corriente en la creación de un instituto de Física en Bariloche, vistas las carencias que había en ese área del conocimiento. Como señala López Dávalos en su biografía de Balseiro, era un arquitecto en tiempos de tormenta.
–¿Cómo comenzó a organizarse?
–Fue todo un desafío para la época. El profesor Alberto Maiztegui nos ha recordado días atrás cuando él en persona fue a buscar a la Estación de Ferrocarril a los estudiantes que el domingo 31 de julio de 1955 llegaron a esa aldea de montaña llamada Bariloche, dispuestos a sumarse a este desafío que comenzó el lunes 1 de agosto de 1955 a las 8:30 . Desde el comienzo y hasta hoy en día, se proporciona alojamiento a los estudiantes, y se brinda el uso de los instalaciones y laboratorios del Centro Atómico, mientras la Universidad Nacional de Cuyo emite los títulos académicos. Su primer director fue el Dr. en Física José Antonio Balseiro, con cuyo nombre fue rebautizado después de su muerte en 1962.
— Y ya desde su origen el Instituto Balseiro comienza con su modelo de excelencia.
— No sé si es de excelencia, creo que es más un modelo de exigencia. La utopía es buscar la excelencia, de acuerdo, pero el camino es la exigencia.
–Cuénteme como se lo vive desde adentro, más allá de lo estrictamente académico.
–El Instituto siempre tuvo una atmósfera particular. En los años 80 cuando yo llegué al Instituto, era común que en el comedor se dieran discusiones donde un científico como Wolfgang Meckbach pionero de la física experimental en nuestro país, y que en la segunda guerra mundial había combatido en submarinos alemanes, discutiera con Tadeo Hajduk del área de control automático en el Balseiro, que en los ´40s escapó de Polonia y apareció peleando en la Real Fuerza Aérea en Inglaterra. Los dos habían luchado en bandos diferentes y compartían sus vivencias. Se daban conversaciones memorables. Los estudiantes se quedaban escuchando a tipos que eran excelentes, y estaban compartiendo parte de la historia del siglo XX con ellos. Eso hacía al clima de trabajo. Durante muchos años la del Balseiro fue la única carrera de ingeniería nuclear que había en Latinoamérica y durante los primeros años hubo que traer profesores de los lugares más remotos, Pakistán, India, Suecia, de todas partes del mundo. Muchas culturas coexistiendo en un mismo lugar, y todas ellas enriqueciéndose mutuamente entre ellas y con nuestra propia cultura. Recién hace tres años Brasil inició su propia carrera de ingeniería nuclear. Con la reciente carrera de telecomunicaciones arrancó algo nuevo: el Estado sabe qué se necesita, cuales son las áreas de vacancia de conocimiento en las comunicaciones. Y es el Estado quien nos convoca a participar en el desafío de formar recursos humanos al mejor nivel que aporten a que se pueda llegar a tener independencia tecnológica.
–Profundicemos un poco en el modelo educativo del Instituto. Si tuviera que describirlo, ¿qué diría?
–Es muy sencillo. Quizá más sencillo de lo que uno se imagina, porque no es que se inventó algo, sino que los investigadores, el mismo doctor Balseiro y sus pares de la época, replicaron lo que fueron aprendieron cuando se formaron en el exterior. Y esto consiste en tratar de ser lo mejor posible, ser muy autoexigente consigo mismo. Por eso alrededor de cada carrera hay grupos de investigación con docentes investigadores que están activos en los temas que dan en el aula. Hay mucho trabajo experimental, tenemos muchos metros cuadrados de laboratorios y mucho equipamiento accesible para enseñar e investigar, y eso lo diferencia de otros lugares. Las clases las dan quienes hacen la investigación científica, no es gente que te está contando lo que leyó en un libro. Siempre aparecen personas que son brillantes, otros que creemos que somos más normales, pero todos apuntando a que tiene que haber investigación, si no hay investigación en el corto o mediano plazo el nivel decae. Para nosotros no sirve la formación no presencial. La presencia del estudiante en el laboratorio es fundamental, allí está el mundo real, no es ni por simulación ni a distancia que aprendes. El espíritu experimental se mantiene a lo largo de los años.
–¿No es un lugar reservado a genios?
— Siempre ha existido una especial preocupación de los docentes en cuanto a transmitir que este no es un lugar reservado a genios. Es un mito que se propagó alguna vez en el pasado y que lamentablemente nunca terminó de ser desactivado. Hoy, la mayoría de los estudiantes tienen incorporados valores de solidaridad y compañerismo que los lleva a involucrarse en tareas de tipo social sacando tiempo de donde pueden.
–¿Con qué motivaciones llegan los jóvenes que quieren ingresar?
–Las motivaciones son variadas, algunos participaron de olimpiadas de matemática o física, o tuvieron motivaciones particulares en la secundaria, algún buen docente que les hizo sentir “vos podés”.Otros alguna vez visitaron el Instituto en alguna jornada de puertas abiertas o de actividades de extensión a la comunidad y les gustó. Nuestros docentes del área de ciencias físicas son especialmente buenos para motivar a los chicos, ofrecen becas en secundarias, invitan a hacer monografías sobre un tema desafiante y los jóvenes se sienten convocados.
–Ahora bien, ingresar al Balseiro, no es fácil.
–No es fácil, pero tampoco es imposible. Ingresar es un buen mérito. Pero ingresar es recién el comienzo, luego está todo para hacer.
–Cuénteme del nivel de exigencia.
–El nivel de exigencia realmente es muy alto. No les queda mucho tiempo libre a los estudiantes, pero siempre hay tiempo para deportes y la componente de solidaridad con sectores populares está siempre presente en sus actividades. Casi en su totalidad los estudiantes son todos jóvenes rondan en edades que van de los 20 a los 26 años.
— ¿El Balseiro cumple un rol en el marco de la reactivación nuclear del país?
–En los últimos años fue tomando un rol cada vez más importante. Y desde ya que lo tienen los graduados en ingeniería nuclear. Los ingenieros nucleares volvieron a tener trabajo, nuevamente volvió a tener sentidos la carrera de ingeniería nuclear. Porque son los que tienen la capacidad para diseñar, fabricar, por ejemplo, nuevos reactores, como el Carem, el primer reactor de diseño argentino. Hoy se está hablando ya de las nuevas centrales nucleares de potencia que Argentina construye bajo la dirección de Nucleoeléctrica Argentina S.A. Claramente el Instituto Balseiro, en las carreras de Ingeniería Nuclear y Mecánica debe aumentar la cantidad de egresados que se integren a los equipos de ingeniería que estén trabajando en el diseño y construcción de las nuevas centrales. No hizo falta que se nos viniese a pedir que aumentásemos la cantidad de egresados, el Instituto Balseiro, con el apoyo irrestricto de CNEA y de la Universidad Nacional de Cuyo, asumió públicamente el compromiso de robustecer sus actividades académicas existentes y eventualmente crear algunas nuevas para contribuir desde el rol específico de la formación de recursos humanos a las demandas que formula el Estado en materia nuclear.
–¿Qué pasó en el Balseiro en los años en que mandaron a los científicos a “lavar los platos”?
— Hay un salto de 20 años, de gente que no se quedó, que se fue al exterior. En los años 90 era una lágrima todo esto, como en todo el país. A pesar de los aires neoliberales que veían como algo “caro” la educación en el Balseiro que además hicieron lo imposible por cerrarlo, la terquedad de los docentes e investigadores fue más fuerte y este Instituto siguió haciendo lo que mejor ha sabido hacer: recibir jóvenes de nuestro país y de países hermanos de Latino
América y devolverlo unos pocos años después sólidamente formados y deseosos de aportar sus saberes a resolver problemas que la sociedad demanda, sobretodo desde la década pasada en la cual volvimos a tener un Estado activo que sabe hacia dónde ir.
–Cuénteme acerca de la ingeniería en telecomunicaciones, la más nueva de las carreras.
–Surgió como respuesta a una demanda del Estado. Desde el mismo se priorizaron tres áreas que son estratégicas para el desarrollo del país: la espacial, la nuclear y la de telecomunicaciones, y en esta última estaba faltando una herramienta para la formación de recursos humanos altamente capacitados, que incluyese además la creación de grupos de investigación de telecomunicaciones en áreas específicas. El Estado, a través del Ministerio de Planificación Federal miró al Balseiro y lo invitó a sumarse al desafío de abordar una iniciativa integral en el área de las telecomunicaciones. Obviamente que dijimos que sí, nunca creí que podría esto llegar a suceder, pero es real.
–En el marco de este 60° aniversario, ¿cuáles son las perspectivas o planes para adelante?
–Continuar con lo que se viene haciendo pero también estamos viendo cómo ayudar en temas que no son los tradicionales de nuestra institución. Por ejemplo se está colaborando en la formación de recursos humanos, con nuestras propias carreras o bien robusteciendo la formación de docentes de educación media de todo el país en las áreas en las cuales somos competentes. Esto se está haciendo en el marco del Plan Nacional de Medicina Nuclear que lleva adelante el Ministerio de Planificación. Colaboramos en la formulación de planes de estudio, en abrir nuestros propios laboratorios a quienes luego tendrán la responsabilidad de formar a los técnicos que las iniciativas en marcha están demandando; y por supuesto también enviamos a nuestros docentes e investigadores a interactuar con docentes de escuelas técnicas. Todo esto lo hacemos por la única motivación de que nos sentimos que estamos devolviendo a la sociedad todo lo que la misma nos ha dado durante estos 60 años de vida. Y hay una provincia en particular Formosa, que hizo punta en estas demandas y con la cual desde hace casi dos años venimos trabajando en conjunto. Para nosotros, los que hemos estado allí nos queda la satisfacción personal y grupal de que lo que hemos venido haciendo ha valido la pena, por los formoseños y por nosotros mismos. Pido que no se vea como una afirmación autorreferencial sobre el Instituto Balseiro; pero en varios lugares nos han dicho que si está involucrado el Instituto Balseiro, seguro es bueno.