EL “BONUS TRACK” DE LOS REMEDIOS
Cuando leemos el prospecto de algunos medicamentos encontramos una lista de componentes que no sabemos muy bien para qué se agregan ni cuál es su función. Se los denomina excipientes y, aunque no les reconozcamos su esfuerzo, están ahí para ayudarnos.
Por Valeria Edelsztein
Les propongo el siguiente ejercicio: vayan de una corrida hasta el botiquín y elijan algún medicamento, preferencialmente uno de esos comprimidos que alivian el dolor de cabeza o son antifebriles. Vayan que los espero. Ahora que tienen en su mano la cajita, retiren el prospecto. Sí, ese papelito con letra de hormiga al que casi nunca le damos bolilla pero que lista todas las posibles contraindicaciones y efectos adversos del medicamento, su forma de administración y otra tanta información. Con el papel en la mano, lean la composición del comprimido. Lo primero que encontrarán será algo como ibuprofeno, ácido acetilsalicílico o diclofenaco. Ese es el compuesto responsable del efecto terapéutico. Lo llamamos principio activo. Pero, no se sorprendan, si además del principio activo leen en la lista otros componentes bajo el nombre de “excipientes”.
Aquí están, estos son
Los excipientes son componentes “extra”, sin actividad mayormente, que ayudan a que el principio activo sea más estable, más eficaz, resista los jugos gástricos del estómago, se pueda almacenar por más tiempo y otras tantas cuestiones. Hay muchísimas posibilidades y utilizar uno u otro excipiente dependerá de los pacientes a los que va dirigido el remedio, su vía de aplicación o la estabilidad del principio activo. Por ejemplo, habitualmente, las cantidades de principio activo suelen ser muy chiquitas y por lo tanto difíciles de manipular. Para solucionar este problema se usan excipientes que aumentan el volumen y lo hacen más manejable. Otro ejemplo es el caso de los diferentes azúcares que se utilizan para lograr un sabor más agradable. Así, la lactosa (un azúcar que se encuentra en la leche) es muy soluble y se utiliza en comprimidos. La sacarosa (el azúcar de mesa) es higroscópica (capta agua) por lo que se usa en comprimidos que se disuelven en la boca. El manitol (que se obtiene a partir de otro azúcar, la manosa) cuando se disuelve da sensación de frescura y se usa en comprimidos masticables. Finalmente, la levulosa no se metaboliza tan rápido como los otros azúcares y se usa en medicamentos para diabéticos. También se necesitan los aglutinantes que son, como su nombre lo indica, los que mantienen los componentes del comprimido o la tableta unidos. Comúnmente se utilizan almidones, azúcares y celulosas.
Por otro lado, seguramente alguna vez les pasó atragantarse con la pastilla. Para ayudar a que su pasaje por el tracto digestivo sea más ameno, se emplean lubricantes que, además, evitan que las tabletas queden pegadas en las máquinas en las que se fabrican. Los más comunes son talco, sílica y algunas grasas. Se pueden incorporar además colorantes, cubiertas (para evitar el deterioro de los comprimidos con la humedad), conservantes, reguladores de acidez y otros tantos.
Hacer la diferencia
¿Tanta “cosa” que meten ahí adentro no nos hará mal? ¡Calma! Todos los excipientes están testeados para que resulten inocuos y no nos causen ningún tipo de efecto secundario cuando los consumimos. Sin embargo, se sabe que hay excipientes puntuales que sí tienen un efecto en determinadas circunstancias como pueden ser alergias o intolerancias. Por esta razón, estos excipientes son de declaración obligatoria y se detallan en la etiqueta y el prospecto del medicamento. Así, los celíacos pueden saber si el comprimido en cuestión contiene o no TACC y los diabéticos están al tanto de la presencia de azúcar.
Por otra parte, los medicamente genéricos pueden tener distintos excipientes al original de marca pero siempre deben tener la misma composición cualitativa y cuantitativa en lo que se refiere a los principios activos. Por eso, pese a que tendrán el mismo efecto farmacológico puede ser que algunas formulaciones nos caigan mejor o peor dependiendo de los excipientes.
El futuro ya está aquí
Actualmente, muchas compañías aprovechan la nanotecnología para ayudar a que los fármacos lleguen a tejidos o células específicas. Esto hace que la actividad terapéutica del principio activo esté influenciada en mayor medida por los excipientes y les da una relevancia mucho mayor. Muchos de estos excipientes nuevos como dendrímeros, nanopartículas, nanotubos de carbono y estructuras biomiméticas son muy complejos y prometen un salto en la efectividad de tratamientos de algunas enfermedades como el cáncer. Pero esa es otra fascinante historia.