miércoles, 29 de marzo de 2023
Editoriales

Blockchain y Postcapitalismo

Por Santiago Siri.

Cada tanto surgen tecnologías que son varios ordenes de magnitud superiores a las herramientas predecesoras. Es la distancia que existe entre usar una máquina de escribir versus el procesador de texto digital. La disrupción tecnológica implica que todo lo que se usaba antes para hacer una misma tarea queda obsoleto ante la aparición de un paradigma nuevo. Pero si uno se limita a describir una tecnología comparándola con lo que existía antes, corre el riesgo de cegarse en percibir el verdadero potencial de lo que tiene por delante.

Internet ha transformado la relación de la humanidad con el conocimiento. Uno puede comparar su impacto cultural con la imprenta de Gütenberg que supo generar una nueva conciencia renacentista en la Europa medieval. Pero la novedad respecto a la red no es solamente cultural. Un dato a considerar es que hasta el surgimiento de internet, el tipo de institución que procesaba el mayor nivel de información sobre una sociedad era el Estado. Y hoy ya no lo es más. La influencia de la red en nuestra concepción tanto política como económica del mundo se acrecienta cada día que decidimos informarnos por vía de las redes sociales antes que por cualquier medio tradicional.

No casualmente el desarrollo de la tecnología digital surgió por una necesidad pública: El primer cliente que tuvo IBM cuando dio sus primeros pasos en 1879 fue el gobierno de los Estados Unidos. Se usaron máquinas tabuladoras para procesar en menor tiempo la información del censo nacional y luego de las elecciones democráticas. Gracias a estas proto-computadoras se pudo reducir de 7 años el procesamiento de los datos de un censo a solamente 2. Pero hoy es imposible para cualquier Estado procesar el volumen de información que capta Internet. La red es una superestructura que responde a un grado de mayor trascendencia. Y a medida que nos adentramos en la sociedad de la información, la red empieza a ocupar roles que pertenecieron al Estado volviendo obsoletos a algunos de sus mecanismos históricos.

Blockchain y Postcapitalismo.

Si bien muchas veces se dice que Internet ha contribuido enormemente con la democratización del conocimiento, ha generado también nuevos centros de poder donde la maquinaria de empresas como Google, Facebook y Apple concentra un nivel de información inusitado. Estamos frente a una época transicional donde estamos yendo del paradigma industrial basado en la generación de riqueza hacía uno digital enfocado en el acceso al conocimiento. Estas compañías son los puentes que supieron interpretar las necesidades del nuevo mundo aprovechando los recursos del viejo. Pero esto no tiene porque sostenerse siempre así. La propia naturaleza de cómo funciona la red esta en constante transformación.

Una de las novedades productivas más interesantes que trajo la era digital es el desarrollo de Software Libre: sin propiedad intelectual, incentivando la colaboración antes que la competencia y enfocando el valor económico en la oferta de servicios antes que productos. Las tres compañías mencionadas dependen ampliamente de los beneficios que genera el software libre: gran parte de su infraestructura usa librerías de código abierto desarrollada por una comunidad global de programadores que contribuye a diario con herramientas disponibles para cualquiera sin necesidad de pedir permiso para usarlas. Esto implica que casi todos los servidores de internet hoy en día corran usando Linux como sistema operativo antes que el cerrado Windows.

¿Cómo cambia el código abierto el desarrollo de tecnología? Veámoslo de la siguiente manera: en un mundo donde todos se guardan la receta, cualquier emprendedor esta obligado a comenzar desde el principio el desarrollo de una nueva tecnología. Esto genera que muchas personas se encuentren “re-inventando la rueda” y deban competir entre sí hasta consolidar a un ganador en el mercado. La ineficiencia y consumo de recursos que esto genera es lo que ha desatado varios de los vicios visibles del capitalismo moderno. En cambio en un mundo donde todas las recetas deben ser públicas por default, un emprendedor no tiene porque comenzar de cero: puede fijarse que herramientas hay con su receta disponible y empezar a construir aprovechando ese código obrando, tal como decía Newton: “sobre los hombros de gigantes para así poder ver más lejos”. El espíritu de un contexto donde el conocimiento es compartido genera incentivos más altruistas también. Quien abre su código anhela que otros lo usen y lo modifiquen en pos de tener la certeza que su contribución es una que aporta sentido a la comunidad. Y el programador de software libre al saber que su trabajo no fue en vano termina ganando en reputación. El verdadero capital humano.

En los últimos años, la comunidad que desarrolla software libre comenzó a dar pasos en pos de tecnologías que ya no se limitan a mejorar el funcionamiento de una computadora sino que contemplan la forma en que opera una sociedad. El surgimiento de Bitcoin es tal vez la innovación más trascendente surgida por parte de este movimiento. Se trata de la primer criptomoneda que permite resolver como transferir valor de forma segura usando internet. Hasta el surgimiento de Bitcoin si una persona quería enviar apenas 1 centavo de dólar a otro, era prácticamente imposible hacerlo con computadoras (el costo de una comisión bancaria vuelve absurdo tal movimiento). Gracias a este protocolo libre creado con la colaboración de cientos de programadores distribuidos por el mundo, Bitcoin ha generado la primer forma de dinero programable contribuyendo enormemente al potencial que ofrece la red para mediar en la vida económica de cualquier persona. Pero la innovación más importante que vino con Bitcoin no es de orden económico sino político: se trata de una moneda que funciona sin intermediarios. No hay bancos, no hay Estado, no hay corporaciones, no hay ninguna institución que concentre poder de forma piramidal para controlar su funcionamiento. Y esto se logró gracias a la innovación subyacente que hace posible el funcionamiento de Bitcoin: el Blockchain.

Blockchain

Toda moneda es una tecnología que viene a resolver puntualmente un problema: como lograr que dos desconocidos confíen entre sí para poder realizar una transacción económica. Consolidar valor y confianza, nada más. Cuando una persona le da un billete a otra, ambas pueden desconfiar entre sí pero saben reconocer que sellos y firmas debe tener el billete para poder asegurar la validez de la transacción. Ese billete esta emitido por una institución: usualmente un Banco Central (o la Reserva Federal tal como ocurre en los Estados Unidos). Esto quiere decir que estas instituciones lo que hacen fundamentalmente es arbitrar confianza en la sociedad. Siempre en toda transacción económica, las dos partes involucradas están confiando tácitamente en un tercero: la institución. Gran hermano.

Estas instituciones han sido creadas porque hasta la fecha no hubo forma tecnológica posible para garantizar confianza entre pares sin arbitraje centralizado. Para asegurar su rol en la sociedad estas instituciones suelen monopolizar su mercado (prohibiendo el uso de otras monedas) y operativamente se enfocan en realizar dos tareas: por un lado verifican que no haya billetes falsos (distinguir información verdadera de falsa, algo que en informática se describe como “procesamiento de información”); y al mismo tiempo atesoran metales preciosos u otras monedas que garanticen un respaldo al circulante de billetes que haya en la economía (“almacenar información”). De algún modo podemos considerar a los Bancos Centrales como computadoras primitivas que funcionan con mecanismos basados en la imprenta y su forma nativa de software es el contrato (o billete).

Pero el gran bug que estas organizaciones tienen es que al final del día la autoridad que certifica los eventos ocurridos suele ser una sola cabeza: un presidente cuya firma es la que determina tanto la veracidad de los hechos registrados como las reglas de juego planteadas para una economía. Si esta persona no esta capacitada o carece de la información suficiente como para tomar decisiones acertadas, las consecuencias para para una sociedad pueden (y suelen) ser devastadoras. Las sistemáticas crisis que han golpeado tanto a países desarrollados como naciones emergentes pueden encontrar en la raíz de su falla esta cuestión: la del ego en la cima de toda jerarquía. En países como Argentina esta falla se evidencia en la existencia de personajes políticos como Amando Boudou (autoridad responsable en firmar los pesos argentinos). Un ministro de economía que quiso apropiarse de la imprenta privada de billetes y fue condecorado por ello como vicepresidente del país.

En 2009, un anónimo bajo el nombre Satoshi Nakamoto encontró la forma de evitar la necesidad de un tercero a la hora de arbitrar confianza presentando un sencillo paper académico de 9 páginas. La legitimidad de su teoría se sustenta precisamente en el anonimato de su autor. No se ha podido identificar el ego detrás de una teoría económica con serias posibilidades de alcanzar un Premio Nobel. Su tesis dice algo así:

La tecnología con la que operan los bancos de todo tipo consiste esencialmente del libro contable. Un registro donde se ingresa cuanto dinero entra y sale de las arcas del banco. Y el Blockchain es como un gran libro contable donde se lleva registro de cada transacción realizada con Bitcoins en la red. Pero el Blockchain en lugar de estar albergado en un supernodo de la red, se encuentra en todos los nodos que se conectan a la red sin excepción. Todas las máquinas que operan con Bitcoin tienen una copia del Blockchain y se sincronizan para tener la última versión siempre disponible entre todas.

Al igual que las filas de los libros contables, el Blockchain es una estructura de datos que consiste de bloques donde cada uno contiene los datos de una cantidad determinada de transacciones hecha (“X bitcoins fueron de la dirección A a la dirección B”). Y adicionalmente cada bloque apunta a la dirección del bloque que lo precede, por eso son bloques que se “encadenan” (de ahí chain). Gracias a este modelo de encadenamiento es que se pueden ordenar los eventos en el tiempo bajo el Blockhain, dado que es una estructura de datos que tiene que sostenerse en una red donde ocurren millones de eventos de forma asincrónica. Matemáticamente este problema se describe como el de los Generales Bizantinos: ¿como se logra que varios generales distribuidos en diferentes lugares reciban la misma orden en un campo de batalla caótico? Internet es ese campo de batalla y cada computadora conectada un general.

Si existiera una transacción fraudulenta con Bitcoins esto quiere decir que habría dos bloques generados que apuntan a un mismo bloque previo. ¿Cómo logra el protocolo del Blockchain resolver cual bloque es el verdadero? Aquí es donde entra en juego la criptografía. Todos los bloques nuevos que se generan cada vez que hay una transacción con Bitcoins, se generan guardando transacciones encriptadas. Para resolver su contenido hay mineros que se dedican a usar su poder de procesamiento para validar que las transacciones en los bloques generados fueron efectivamente encriptadas en el tiempo computacional registrado. El primer bloque en ser resuelto por la mayoría de las máquinas conectadas a la red, registra sus transacciones como validas y termina por encadenarse a la cadena más larga que exista en el Blockchain (pueden existir cadenas paralelas, pero la más larga es la que se legitima como universalmente aceptada). Y los mineros que contribuyeron con su cómputo reciben una recompensa en Bitcoin por cada bloque resuelto acorde a la emisión predeterminada por el software (tendiente a un total de 21 millones de Bitcoins con 8 posiciones decimales cada unidad para el año 2140).

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